Publicidad de Home Pong
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Me da la sensación de que la década favorita de todos los aficionados a los videojuegos retro son los años 80. El póker de ases de los 8 bits —ZX Spectrum, Commodore 64, MSX y Amstrad—, la crisis de los videojuegos de 1983, Nintendo NES, Sega Master System, el nacimiento del PC, Atari ST y Amiga, la edad de oro del videjuego español, Megadrive…

Y lo cierto es que si los 80 fueron movidos —y es indudable que absolutamente decisivos para dar forma a la industria del videojuego moderna—, no lo es menos que los años 70 fueron incluso más locos.

Retrocedamos en el tiempo medio siglo. A principios de la década de los 70 del siglo pasado, los videojuegos no existen como negocio ni mercado. Sí, ha habido algún experimento en laboratorios, William Higginbotham ya ha montado su ‘Tennis for Two’ en un osciloscopios y ‘Spacewar!’ ya funciona en un PDP-1 en alguna parte del MIT, pero nadie está ganando dinero.

En 1971, Nutting lanza la primera máquina arcade de la historia: ‘Computer Space’ —desarrollada por un Nolan Bushnell más que inspirado por ‘Spacewar!—. En 1972, Magnavox —una fabricante de televisiones y tocadiscos— acepta convertir un prototipo de Ralph Baer en un producto y lanza Magnavox Oddysey, la primera consola de videojuegos doméstica de la historia, que incluye entre otros juegos uno llamado ‘TV Tennis’, que vuelve a encender la llama de la inspiración en Bushnel, que ya es el flamante fundador de una empresa llamada Atari.

Atari lanza en 1972 la recreativa ‘Pong’ y en 1975 la consola doméstica ‘Home Pong’, inaugurando la época de la sana competencia y los pleitos por copyright en el mundo del videojuego, en este caso recibiendo uno por parte de Magnavox —con quien llegará al primer acuerdo de licencia de la historia del videojuego—. A partir de ahí, la locura: cientos de consolas de decenas de marcas —entre otras, Nintendo—, todas ellas clones más o menos directos de ‘Table Tennis’ o más bien, de ‘Pong’, saturan las tiendas de EE.UU, Japón y un buen puñado más de países.

Coleco Telstar Arcade – Wikimedia/Evan-Amos

Empresas jugueteras y de electrónica de consumo compiten por lanzar sus versiones, espoleadas por la aparición de circuitos integrados —microchips— que proporcionan toda la circuitería necesaria para fabricarlas en el cómodo formato de una cucaracha de 28 pines. General Electric abre la veda con su popular AY-3-8500, pero pronto otros fabricantes lanzan sus versiones. MOS Technologies, National Semiconductor, Texas Instruments, Signetics y hasta los soviéticos, con su К145ИК17, inundan el mercado de chips, que los fabricantes convierten en una marea de consolas. Sólo en España, empresas como Deportel, Teletenis, DS-2, Furtec, Single, TAE, Coinmetrics, Bianchi o TRQ lanzaron sus clones de Pong.

Como no podía ser menos con semejante burbuja, los años 70 también vieron su crisis de los videojuegos, la de 1977, provocada por la saturación del mercado con consolas más antiguas, cientos de miles de unidades de clones ‘Pong’ que acaban en las tiendas por debajo de precio en un intento de deshacerse de stock.

Los años 70 también vieron el nacimiento de la industria del arcade, con juegos como los mencionados ‘Computer Space’ y ‘Pong’, pero también otros muchos entre los que merece la pena mencionar algunos como ‘Astro Race’ y ‘Speed Race’ —ambos de Taito, que introducen el joystick o el volante como mandos de control y las técnicas de los sprites y el scrolling—, ‘Breakout’ —antecesor del más famoso ‘Arkanoid’—, ‘Space Wars’ —que estrena los gráficos vectoriales en este medio— o incluso blockbusters como ‘Space Invaders’ o ‘Galaxian’.

Armario Original de Space Invaders

Es en los 70 también cuando nacen empresas que han dado forma a esta industria, como Atari, Taito, Nintendo, Namco, Midway o Sega. O la década en la que sale al mercado el Apple II —que cambiaría la computación personal para siempre—, el Commodore PET o el TRS-80 de Tandy/Radio Shack. Es también la década que ve surgir la segunda generación de consolas, la primera que incorpora microprocesadores programables y cartuchos intercambiables con programas, dando entrada a una pléyade de empresas de desarrollo de videojuegos independientes de los fabricantes de las consolas. Channel F, Atari VCS/2600, Astrocade o la Intellivision de Mattel, todas ellas vieron la luz antes de que el reloj marcase las 23:59 del 31 de diciembre de 1979. El 1 de enero de 1980, el comienzo de la, para muchos, época dorada de los videojuegos, ya había cientos de juegos en el mercado. De hecho, ya había mercado.

No será la era más glamurosa del videojuego, ni nos habrá dejado la ristra de títulos inolvidables que nos dejaron las décadas siguientes, pero las bases puestas en los 70 son las que permitieron que los 80 fuesen las de la explosión del medio como fenómeno económico y cultural a escala global, y me parecía buena idea dedicarle este pequeño homenaje.